El verdadero hombre no mira de qué lado se ve mejor si no de que lado está el deber; y ese es el único hombre práctico, cuyo sueño de hoy será la ley del mañana. José Martí

jueves, 24 de noviembre de 2011

Diana

Mientras Pinochet trataba de destruir a sus militantes, en la celda un militante lo reconstruía como ser humano, la gente llegaba a visitar de afuera, solidarizaba. La asociatividad es reencontrada, como elemento fundamental de la Historia” (Gabriel Salazar, premio nacional de historia, torturado por Miguel Krasnoff)




Hace poco tuve la oportunidad de leer un post que apelaba a la “libertad de expresión” para justificar el homenaje de Labbe a Miguel Krassnoff. La lógica del post se amparaba en el hecho de que si las víctimas podían manifestarse, los partidarios del victimario podían hacerlo. Es evidente que esta argumentación carece de la más absoluta lógica, siendo tan absurdo como si un ladrón fuera digno de homenajear por la sociedad civil en desagravio porque su víctima haya hecho pública su denuncia. En países como Alemania, por ejemplo, los homenajes a criminales de guerra nazis están prohibidos por ley, no sólo porque atenta contra el dolor de la víctimas, si no también porque constituyen un pasaje de las historia que avergüenza a todo el pueblo alemán. Pues bien, se entiende que cuando ciertos grupos radicalizan sus posturas hasta extremos intelectualmente infantiles en pro de la defensa de un homenaje hacia un criminal no sólo hay una intención negacionista que pretende teñir la historia de inocencia –entiéndase como impunidad-, si no además, existe una admiración explícita hacia su “obra”, sin la cual no tiene sentido un homenaje, y como toda admiración, supone que el hecho de que “él” hizo lo que “yo hubiese hecho en su lugar”, incluso, la admiración supone un axioma que de tan obvio, se olvida: la admiración siempre es aspiracional, supone que “yo” quiero ser como “él”.

Pues bien, las fechas para un homenaje, y por tanto para expresar admiración nunca se dejan al azar, tiene que ser fechas que marquen un hito en la historia del homenajeado y que vincule a la persona al tiempo, la memoria y su perpetuación en la historia. Pues la fecha escogida fue el 21 de noviembre.

Uno de los crímenes más horrorosos por los que está procesado Krassnoff, es el de Diana Arón. Una joven estudiante de periodismo, hija de inmigrantes judíos militantes de derecha y opositores a Salvador Allende.

Arón, con ideas de izquierda, fue detenida en la calle en Avenida Ossa en La Reina, el 18 de noviembre de 1974. Sus padres, aprovechando su influyente red de contactos le escribieron al propio Pinochet para saber sobre su paradero. Pese ello, nunca recibieron respuesta sobre el paradero de Diana.

Diana Arón estaba embarazada. Estaba en el hospital Militar, donde cuidaba sus heridas producto de los disparos que le dieron los miembros de la DINA al moemnto de su detención, cuando el entonces capitán Krassnoff la sacó del hospital para torturarla en una casa especial de calle José Domingo Cañas de Ñuñoa y luego en Villa Grimaldi, en Peñalolén.

Antes de morir, otro torturador Osvaldo Romo, a través de declaraciones judiciales y de prensa, señaló que Diana "es ultimada por el capitán Krassnoff cuando ya no podía sacarle ninguna declaración. Nosotros la asesinamos", señaló.

La declaración del torturador conocido como "guatón" Romo, continua así: "cuando torturábamos a Diana Arón, fui brutalmente apartado de mi trabajo y empujado violentamente por mi capitán Krassnoff que completamente fuera de sí gritaba: ¡¡A mí no me vas a engañar y aunque tenga que matarte, me dirás la verdad, perra puta", dirigiéndose a Diana.

La declaración de Romo termina de forma escalofriante "Krassnoff la agredió con tal brutalidad que le produjo una hemorragia, que todo el suelo quedó con un charco de sangre, que debe haber sido parte del feto que perdió por culpa de los apremios. Lo que más me impactó fue que Krassnoff salió de la sala de tortura con las manos ensangrentadas gritando: "Además de marxista, la conchesumadre es judía, hay que matarla".

Labbe, nos habla de violencia, de violentistas, de "resentidos", despues de proclamar su admiración hacia Krasnoff en el aniversario de uno de sus crímenes más repudiados: golpear a una mujer embarazada hasta provocarle la muerte.

Denunciar públicamente un crimen y mostrar solidaridad con las víctimas, es algo que sin duda engrandece a los que me rodean: ese mismo respeto y sentido de lo humano es el que me mueve a estar con ellos, con el que aun sufre, es un espíritu que trasciende cualquier ideología política o religión, porque simplemente de mi madre aprendí a cultivar el humanismo desde su esencia mas básica: esté del lado que esté, así me gane el adjetivo de facho o de comuista, da igual: el ser humano ante todo

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