El verdadero hombre no mira de qué lado se ve mejor si no de que lado está el deber; y ese es el único hombre práctico, cuyo sueño de hoy será la ley del mañana. José Martí

viernes, 10 de diciembre de 2010

La Cana

Hoy pocos – y entre ellos no me incluyo- apuestan a la rehabilitación y las razones como los culpables sobran. Las promesas electorales, los medios, incluso nosotros mismos nos generamos una sensación de inseguridad enorme, la cual en la misma media que provoca temor entre “la gente de bien”, genera la idea de facilidad e impunidad para los delincuentes, y esto les agranda el corazón y envalentona. Desde la TV las víctimas son más victimas, y los delincuentes más terroríficos osados e impunes, hablamos de la “puerta giratoria” de la inoperancia del SENAME, de “mano dura”, del violento asalto, de alevosía…y así como sociedad nos vamos acostumbrando a desechar la rehabilitación y cambiarla por castigo, por venganza, así se nos transformó en válido el argumento de no redestinar fondos de salud, vivienda y educación, para resolver en algo los problemas al interior de la cárcel, nos sentimos en todo el derecho a no conmovernos porque muchos de ellos ¿todos? Perdieron su condición de humano, de persona para nosotros. En nuestra moderna versión del cosmos, despojamos de su humanidad a estos individuos y los exiliamos de nuestro paraíso imaginario comprado cone Visa y Mastercard, los condenamos a un purgatorio que de tiempo en tiempo deja asomarse rostro infernal, sus llamas, los gritos y el olor a carne quemada.



¿Por qué tenemos tantos presos? ¿A caso somos más propensos a conductas antisociales que cualquier otro pueblo del mundo? ¿Por qué la delincuencia disminuye metiendo gente a la cárcel y no evitando la consecución de un delito? Aquellos de la oratoria del peñascazo y la barricada dirán que el sistema neoliberal y su injusticia social, o “la falta de oportunidades” generan delincuencia; los avarientos adoradores del diezmo dirán que es la falta de fe, el empresariado dirá que la raza es la mala, algunos dirán que falta educación y agregarán y quitarán horas por aquí y por allá, los mas duros dirán que falta disciplina y una mano dura que controle el país.



Alguna vez leí “el hombre es el lobo del hombre”. De tanto temer a los lobos nos transformamos en licántropos; despojamos de toda humanidad a nuestro prójimo y al hacerlo nos desvestimos de nuestra propia humanidad; responder a su violencia con odio y venganza, nos volvió violentos y crueles como ellos y así, de pasadita, contribuimos al crecimiento de la violencia en nuestra sociedad. Ese “Bueno por algo estaban allí” o ese “ellos se lo buscaron” me hicieron tan inhumano e indiferente como lo fueron ellos con sus víctimas. Con mi indiferencia, entonces, olvidé que la diferencia entre ambos es más que robar o trabajar.

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