El verdadero hombre no mira de qué lado se ve mejor si no de que lado está el deber; y ese es el único hombre práctico, cuyo sueño de hoy será la ley del mañana. José Martí

lunes, 7 de junio de 2010

Resilencia


Me robaron mi celular, un súper-celular... llegue a casa no revisé llamadas perdidas, no leí twitter, no revisé Emol, no mire el correo de la universidad ni el de la compañía, no me fije quien estaba en el MSN o si alguien había escrito algo en Facebook. Simplemente llegué a casa a buscar el consuelo en la soledad de mi escritorio.

Contemplé la Sabiduría de Adriano, pero sus palabras sólo me enseñaron que nuestro avergonzante mañana será elevado a la altura de un clásico, porque el ser humano destruye el pasado inmediato e idealiza el remoto. Busqué respuestas en Galeano, que con tiza en mano, me enseñó: “la pobreza de América Latina se debe a su exuberante riqueza”. Me encontré con Borges y sólo encontré un montón de espejos en un laberinto de metáforas que no logre comprender del todo.

Y finalmente llegué a Cortázar, prendimos un cigarro y a compás de su “erre” afrancesada, me dijo:

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj”.

Entonces entendí a Adriano, y recordé con alegría los tiempos en que, no sólo carecía de teléfono, si no aquéllos en que ni si quiera tenía número; levanté la mano en la clase de Galeano y le pregunté si el secreto de la riqueza, o al menos del buen pasar, era la austeridad … y así, terminada la clase, tiré un papel sobre la enorme cabeza de Asterión y arrancamos muertos de la risa con Borges por los laberínticos paisajes de mi escritorio...

No hay comentarios: