Repensando

Algunos años antes, resultaba impensable la consolidación de la derecha, en particular de la UDI, en una comuna "proletaria" como renca. Sin embargo, una serie de factores facilitaron la arremetida del autoritarismo populista de Vicky Barahona y aun más... pese a la magra gestión exhibida durante su mandato municipal, logró consitar el respaldo aproximado del 60% del electorado comunal para sancionar su reelección, lograr el apoyo para la elcción de su hija, y más encima propulsar la candidtura de su marido...
Resulta evidente, que uno de los factores decisivos en el triunfo de la derecha fue la torpe estrategia concertacionista de llevar dos candidatos en momentos en que la UDI agarraba fuerza. Obviamente, pese a tener una fuerza electoral superior, en total, la concertación, al ir dividida, cedió el municipio el 2000 a la minoría, es decir, a la derecha. Sin embargo, tras la elección surge otro factor derivado de esta involuntaria complicidad que conviene subrayar: la equívoca percepción de una cierta lealtad electoral de parte de los vecinos hacia el conglomerado oficialista, equívoca puesto que ninguno de sus analistas tomó en consideración los vaivenes que podía sufrir el electorado bajo un régimen abiertamente populista. Bajo esta percepción, las figuras electoralmente fuertes de la concertación, convertidas en concejales, prefirieron orientar sus esfuerzos en convertirse en "el" candidato de las próximas elecciones, en vez de ser la contraparte de la pirotecnia populista desplegada por la alcaldesa, situación que quebró la unidad del conjunto, al tiempo que desilusionaba a quienes habían creído en ellos. Finalmente, se logró la esperada unidad en las elecciones de 2004, pero bajo la imposición de un candidato cuya elección fue parte del "canje" por la comuna de Santiago, candidato que, por lo demás, no tuvo una presencia capaz de contrarrestar la gigantesca campaña emprendida por las autoridades municipales durante sus cuatro años de gobierno. Finalmente, la Concertación perdió las elecciones con el peor marco posible: sus figuras sometidas al más absoluto descrédito (insultadas e incluso arrestadas ante las cámaras de televisión), y sin poder conseguir el respaldo ciudadano para sancionar públicamente las inverosímiles formas con que la UDI logró conseguir votos (utilización de menores, malversasión de recursos municipales, matonaje, etc.). Tras el reguero de frustración, sólo queda por hacer un urgente replanteamiento no sólo de su estrategia electoral, sino del modo en que ha hecho política la única fuerza electoral capaz de oponerse a la derecha: no puede existir trabajo político sin trabajo social

En virtud del negativo impacto que ha tenido la gestión municipal, favoreciendo una cultura paternalista, populista y autoritaria, y socavado fuertemente el trabajo de las ONGs que han promovido estrategias de desarrollo comunitario , en los próximos años se hace urgente revertir este proceso, dado que éste ha dado indicios claros de una rápida expansión, al mismo tiempo que ha ido adquiriendo cierta solidez gracias a la configuración de un desequilibrio electoral adverso para las fuerzas progresistas. Una de las multiples las tareas a realizar es en la generación de instancias de educación popular entendidas como lo fue en los años ochenta, es decir, como un trabajo de formación de conciencia útil para la constitución de un sujeto social popular capaz de llevar adelante un cambio social. Es evidente que este trabajo de formación debe centrarse en la identidad y realidad comunitaria, puesto que el despliegue de artilugios efectistas de la actual administración municipal se basa, fundamentalmente, en elementos culturales exógenos que no guardan relación alguna con elementos identitarios de la comuna, y en una campaña mediática que ha falseado la realidad respecto de las problemáticas locales. Dicho trabajo de educación tiene dos dimensiones: primero, debe contribuir al incremento de las condiciones y capacidades psicosociales y sociocomunitarias, que faciliten el ejercicio y goce de determinados derechos, en particular, del derecho a participación ciudadana; y, en segundo lugar, deben propender a la generación de estrategias y metodologías capaces de abordar problemáticas comunitarias específicas, donde la mala gestión municipal dificulte o atropelle derechos ciudadanos específicos (libertad de expresión, etc.)

Es evidente que todo este esfuerzo no puede obviar el hecho de que es necesario fortalecer la demanda comunitaria por este tipo de iniciativas, con el fin de asegurar un mínimo de receptibilidad de las ideas y éxito de las estrategias y metodologías emanadas de dicha agenda. Los resultados del trabajo a realizar tienen una trascendencia mayor que una simple elección municipal, puesto que, una vez conseguidos los logros políticos más urgentes (aquellos que dicen relación con el ámbito electoral), emerge la necesidad de cierta voluntad política para consolidarlos como programa, es decir, la institucionalización de esta estrategia educacional. Quizás es este punto el más complejo de todos, puesto que implica el compromiso de las dirigencias políticas de no caer en los vicios que actualmente tienen a la comuna sometida al más absoluto oscurantismo.