El verdadero hombre no mira de qué lado se ve mejor si no de que lado está el deber; y ese es el único hombre práctico, cuyo sueño de hoy será la ley del mañana. José Martí

lunes, 20 de junio de 2011

Juego de Niños


Hace frío, pero a los manojitos nos les importa, ni a sus padres ni abuelos, los que ya han contestado un par de llamados de mamás “avisando” que ha comenzado la lluvia. La entrega albiceleste es total, nos llena de orgullo a todos. Martín está embarrado hasta el pelo y constantemente pasa su mano tratando de sacar el agua de su cara, pero la lluvia es majadera en su intención de distraerlo, incluso a ratos parece vestirse con la camiseta rival. El Pancho corre, probablemente sus ojos ya dieron el aviso de que no alcanzará a llegar a esa pelota esquiva, pero su corazón late más fuerte y el mensaje no es oído por sus piernas, y se desliza por el barro, y ante el asombro de todos alcanza a puntear el balón.


Los adultos hemos profesionalizado el juego, los hemos encerrado en una jaula de reglas y hasta hemos distorsionado su esencia vinculándolo al dinero. Los manojitos también juegan, pero juegan en serio, como juegan los niños… Creo que los que miramos la gesta intuimos, pero no alcanzamos a recordar, la razón que mueve a estos niños a jugar con tanta pasión… tal vez cuando niños también jugábamos así, y a medida que fuimos creciendo, alguien nos comenzó a decir “tranquilo hijo es sólo un juego” y dejamos de jugar en serio, y así nos hicimos parte del anecdotario familiar que concluía cualquier relato con un “le ponía tanto color cuando jugaba…”


Cae la lluvia sobre Maipú y los manojitos juegan contra Colo-Colo, un clásico de abuelos jugado por nietos. Se nota el cansancio en la cara mojada del Tomi pero las energías le sobran para deshacer el ataque albo; Martín lo aplaude, toma la pelota y la tira gritando: ¡dale Pancho!

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